Retratos imaginarios
Que desaprueban cada giro
Caminos herrados,
En un cementerio de Amor.
Tú, cantas al devenir
Yo, escribo utopías
Donde amarse con el cuerpo
corrompe el mito
Y enjugas mis lágrimas
Perdido en el sopor de
aquella, nuestra, danza vacía
Las putas son nuestro espejo
Donde el Amor no se toca
Ni se revive…
Y los cuerpos distintos,
Iguales, re-conocidos
Se acoplan sin violencia
Impúdicos, amnesiados,
resignados.
Los ojos ya no ven
Ni quedan huellas,
Todo se ha perdido, dormido.
Dormido en los minutos,
Traidores que ayer fueron
eternos
Hoy no hacen más que reír,
De lo muerto.
Mis ojos se rompen
Mis manos encallan en tu
ventana,
Aturdidas de luz, de sombra,
de Amor.
Te miro, te tomo en
destellos de sonido,
Y huelo, intentando
retenerlos,
A ti, a la madera, a tu
casa.
Pero la desnudez nos vuelca,
Rogándonos no partir,
Atrapando mis pechos en tu
mano,
Acercando mi ombligo a tu
centro,
Tus hombros a mi cabeza.
Nos rendimos unas horas ante
ella,
Venerando la tregua.
Yo, ingenua,
Te hablo, de tramo a tramo.
-¿Qué piensas?
Silencio.
-Nada.
Y me sonrojan las ideas
Que han tomado cuerpo
Me vuelvo verdugo y se
apagan, en silencio.
Sonrío, siempre sonreiré.
Y llegó la noche
El minutero llama a gritos,
El fútbol suena abajo, el
asado ya está a punto.
Pero la ropa que me estorba,
Que pesa cuando la piel es
el mejor refugio.
Y te beso,
Te beso, como lo último.
Pues claro, es lo último.
Te vas obscureciendo
Y cuando llego a mi pelo,
Me vas dejando, otra vez.
Y vuelves a No-ser
A No-decir, No- ver
Me tomas la mejilla y ahí se
quedó el recién.
Y corres, con paso añejo,
pero seguro
Para no enredarte de tiempos
y calendarios.
Y te alejas,
Y te miro.
Te miré.
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